Una bienvenida de lujo fue la que nos dieron “aquel” sábado en la sala Jimmy Jazz de Gasteiz, ya que a partir de entonces será memorable, cuando Enrique Villarreal “El Drogas” y su guitarrista Txus Maraví arrancaron la noche, tan temprano como pasadas las 19:30, con un pequeño concierto acústico sin subirse a ningún pedestal, sino a la altura del respetable, junto a la barra de la parte superior de la sala, ataviados únicamente con dos guitarras electroacústicas y una voz desgarradora.
“Poca luz” fue la canción con la que comenzaron el set acústico. La misma que iluminaba la escena, mediante una pequeña lámpara de mesa y poco más. Mientras sonaban “Ya no anochece igual” o “Debajo de aquel árbol” iba entrando la gente y se amontonaban cerca de la barra, y lo que se iluminaba entonces eran las caras de los asistentes, cuando Enrique y Txus continuaban con “Cordones de Mimbre” o “Sin reverencias”, temas de ese magnífico álbum acústico de Txarrena, “Libros prestados”.
Casi nadie se percató que “El Drogas” había olvidado algún pequeño fragmento de letra, hasta que él mismo lo reconoció y recordó a todos que esas letras que había olvidado hablaban precisamente del Alzheimer. Enfermedad que a Enrique le toca muy de cerca pues su madre está afectada por esta terrible condena que arrastra a todos los allegados, como si de un torbellino se tratase, convirtiéndolos en sufridores en primera persona, pero también dándoles fuerzas para encontrar ayuda. La misma que está demostrando “El Drogas” sensibilizando a todos sobre este tema y haciéndolos involucrarse como él lo hizo para recaudar fondos para el “Centro Josefina Arregui” de Alsasua. Uno de los pocos centros en la comunidad de Navarra y en todo el país que tratan de una manera digna a estos enfermos y dan un aliento a sus familiares, pero que está sufriendo los recortes de unos prebostes sin escrúpulos.
Al terminar este “desenchufado” con “Todo lo enamora”, la noche acababa de desatar grandes esperanzas para este sarao.
Seguidamente, Aurora Beltrán ocupó asiento sobre el escenario principal de Jimmy Jazz Gasteiz, con la que sería su única compañera sobre las tablas, una guitarra de la que salieron los acordes de “Él lo Predijo”, “Lujuria”, “Noche de Amor”, “Azul”,…. El público que la había gozado con el acústico del Drogas supo apreciar más fácilmente el set de Aurora. Solo hubo una excepción fuera de órbita. Una pareja descentrada que no dejaba de hablar y que incluso hizo perder la concentración a Aurora, pues se encontraban en primera fila. De una manera muy graciosa, la cantante navarra les llamó la atención, aunque también les dijo que eran libres de hacer lo que quisieran pues habían pagado su entrada. Los asistentes saltamos con una carcajada unísona que incrementó cuando Aurora presentó su siguiente tema mirando a estos dos chicos, ya callados, de reojo y sonriendo: “Silencio”.
Más de una acompañó en los coros de “Chicas Fuertes”, y muchos otros corearon la versión que tanta fama le dio a Paty Smith: “La noche es”. Después sonó la famosa de Aurora y sus zurdos tahúres: “Tocaré”.
Solo con una canción podía concluir esta luchadora rockera de voz rasgada, que se ha enfrentado a una dura enfermedad renal y continúa concienciándonos a todos: “Invicta”.
Era la hora de “El Drogas”. Él y sus “txarrenos” saltaron con el primer corte de “Hombre mate Hombre”: “Sofokao”. No sería el único de Barricada. También sonarían “Barrio conflictivo”, “Deja que esto no acabe nunca”, “Bahía de Pasaia”,… Y es que solo el alma de ese mítico grupo de hard rock callejero de Iruña (o de la Txantrea), puede interpretarlas con el carisma suficiente para hacerlas creíbles y vivas.
Solo con él se habría podido llenar el escenario esa noche. El Drogas escupe fuerza, dulzura, agresividad, rabia, ternura,… es inigualable. Aunque últimamente le comparen con Alice Cooper por el mero hecho de utilizar algún que otro bastón en escena, Enrique Villareal no tiene parangón. Pero no solo estaba él. Le acompañaban Flako en el bajo y dando un apoyo a las voces, por no hablar de una gran presencia, entrega y ánimo al público; a la batería no estaba el que parecía cantante de Vobeat, no. Era Brigi, al que no hace falta recordar que ya hace algún tiempo que dejó la voz y la guitarra de Koma, y ahora se le ve disfrutando como un enano detrás de los tambores de “El Drogas” como antaño lo hacía en La Bomber Band; Txus demostró esa noche que es algo más que un guitarra solista. El sonido de sus seis cuerdas fue perfecto, y estuvo siempre atento a que eso perdurara en todo momento, con la ayuda de un técnico de sonido que aupó el audio del grupo a lo más alto, sin hacernos estallar los tímpanos, algo muy importante, y haciendo sacar adelante la penetrante y profunda voz de El Drogas.
No se olvidaron tampoco de temas de “La venganza de la abuela” como: “Cerocomasiete” o “Fue 24d ¿y qué?”. Pero los que predominaron fueron los de Txarrena y “El Drogas”: “Salvaje Mirar”, “Nos queda poco tiempo”, “Así”, “El charco”, “En Punto Muerto”,… entre muchos otros.
El dominio que tiene este grupo sobre las tablas es impresionante. Logran levantar y mantener atentos a todo el público durante la actuación de casi tres horas. Hacen que cada canción sea más emocionante que la anterior, otorgando diferentes ambientes a cada tema mediante las luces controladas por una “lucera” que se conoce todo el repertorio, y un vestuario que El Drogas va cambiando en varias ocasiones, pasando de las cachavas, el gorro y los zapatos dorados, a la ropa callejera y a las zapatillas, que gracias a una chica de las primeras filas que se las ató, posiblemente evitó una caída en escena. De la ropa “elegante” a la ropa de “calle”, y de ahí al disfraz. Haciendo uso de una careta blanca, o a la careta de lobo para enfatizar el sentido a ese tema de Txarrena “El lobo feroz”.
El Drogas y el grupo al completo se meten en cada canción, dándoles igual tocar temas de cada una de sus etapas: “Pelea de barro “Los maestros”, “Con un par”,… con la guitarra ya entre las manos del Drogas para interpretar una “Matilde Landa” que nos emocionó a todos… haciendo subir a un fanático de Barricada para acompañar a las voces de “No hay tregua”, y votar a todos con “Animal Caliente” o “En blanco y negro”, o rememorar esos pedazo de temas como “Otro Corazón” o “Empujo pa’ki”.
Que se tocaran clásicos de Txarrena, La venganza de la abuela, o Barricada hizo las delicias de los allí presentes, pero si una canción puso los pelos de punta al que inmortalizó el evento con la cámara de fotos y escribe estas líneas, fue una versión de Manolo Tena que conocí gracias a El Drogas: “ Frio”. Impresionante interpretación en directo, sin palabras.
De los temas de antes, se pasaba a los de después sin que se notara el paso del tiempo por el que el drogas nos hacia viajar, a través del movimiento de sus dos bastones, que hacía girar como si de una máquina del tiempo se tratara. Nadie temió a que se le escaparan, todos confiábamos en la gran profesionalidad de este gran músico y letrista con dotes de malabarista, que además de a sus bastones, hizo girar su micro por encima de las cabezas.
Tocaron temas de aquel grupo que triunfó en los 80 con aquella canción con un riff muy similar al Trooper de Iron Maiden: “Esta es una noche de rock and roll”, que pese a su similitud, El drogas una vez me expresó su preferencia por Paul Di’Anno más que de Bruce Dickinson, cantante del disco del 83 “Piece of Mind” donde aparece ese riff tan parecido.
Levantaron la sala con “La silla eléctrica”, corte que no puede ser cantado por otro que no sea El Drogas, porque le da una energía imparable a cada verso. Emocionaron con “Lentos Minutos” y terminaron con la canción favorita de más de uno, homónima del disco de 2011 de Txarrena: “Azulejo Frio”.
Si ya nos habían puesto los pelos de punta varias veces durante su set, al que no le faltaron solos de Brigi o de Txus, para darle tiempo a ese pedazo de frontman que presentó y aplaudió a cada uno de los miembros del grupo, se nos volvieron a tornar los pelos como escarpias al despedirnos de ellos con la versión que sonaba de fondo al griterío. Era el “Hurt” de Trent Reznor versionado por el difunto Johny Cash.
Todos y cada uno de los miembros se acercaron al público para decir adiós, e incluso Brigi se agachó a dar un abrazo a uno de los componentes de la banda Mochila 21, Ibai Ganuza, que no se había movido de las primeras filas durante todo el concierto.
El Drogas nos dejó con un muy buen sabor de boca, y con ganas de volver a verle con esta misma agrupación tocando las 40 canciones de este tour, o las que ellos quieran tocarnos. El ambiente y el buen rollo que se creó en la sala Jimmy Jazz esa noche, se prolongó unas horas más, con cientos de fans que fueron a saludar al grupo y a agradecerles por el regalo en forma de concierto que nos habían otorgado.