Totalmente enganchado al rock&roll Concierto de El Drogas
por j. óscar beorlegui
dando a entender por activa y por pasiva, en acústico y en eléctrico, que lo de los recortes no va con él para nada, El Drogas la lió en todos los sentidos en Tafalla, cantando generosamente las cuarenta a cuantos acudieron a la Kube. Las cuarenta… y más, si tenemos en cuenta el número de canciones con el que, en compañía de Txus -guitarras acústicas los dos en ristre-, saludó Villarreal a los presentes.
Con los pies en el suelo ambos músicos -en el sentido literal de la expresión-, en un improvisado hall, la velada arrancó de manera totalmente informal -así las cosas-, denotando Enrique y Txus con su forma de actuar una cercanía idéntica a la que la banda ha compartido con el público en los últimos años, actuando por calles y plazas de Iruñerria por sorpresa. Sorprendiendo el pasado sábado durante media hora de igual modo a los presentes, con dicho aperitivo. Y a continuación, tras regalar un último tema en su versión más genuina, Mañana será igual; después de semejante cóctel de bienvenida (esto es, de decirles a los suyos "sean bienvenidos" de la mejor manera posible), llegó el plato fuerte de la noche: la hora de la verdad. La de cantar las cuarenta, labor llamada a ser afrontada dicha noche por los músicos por última vez.
Detonando las canciones con total presteza y precisión, el cuarteto abrió fuego con Sofokao, sonando a partir de ahí de manera alterna temas extraídos de la carrera de Villarreal en su conjunto, ora, realmente legendarios (Barrio conflictivo, Bahía de Pasaia, Nada sin ti), ora, de más reciente factura, como Así, Solo quiero tu boca, Pétalos o En punto muerto. Haciéndolo con nuevos arreglos los recuperados de su anterior formación, canciones como Contra la pared, Tentando a la suerte, No hay tregua o La silla eléctrica: junto con otras de Azulejo frío como Todos los gatos, Con tu piel o la que le dio título al CD, las más efusivamente recibidas: eso sí, con permiso de las que no vamos a citar, imposible nombrarlas todas, siguiéndoles a poca distancia temas como Cerocomasiete, Todos mirando, El lobo feroz (con El Drogas simulando ser el mismo), Empujo pa´ ki o, cómo no, Frío, impecablemente facturadas por una formación que volvió a demostrar ser un auténtico dream team, perfectamente ensamblado por Enrique. Y en un tiempo récord, con Txus ejerciendo en todo momento de amo y señor de su área, rematando a la perfección con las seis cuerdas todo tipo de jugadas; haciéndoles hablar a las guitarras -directamente-. Rugir o gemir en función de la ocasión: sobre la granítica base rítmica tejida por El Flako y Brigi, pura pared de ladrillo, encontrando en todo momento como sólo él sabe hacer el punto G de las mismas. Así pues, agarrándonos a argumentos estrictamente musicales, no quedó otra que rendirse ante el hacer de los cuatro. Frente a la seguridad, la confianza y el poco menos que insultante poderío desplegado por el actual proyecto liderado por Villarreal, nexo de unión e hilo conductor de todas las canciones ofrecidas que, demostrando estar totalmente enchufado, enganchado al rock&roll; dando a entender estar dispuesto a seguir enganchando al legendario género a cuantos se le acerquen, vaya que si puso los puntos sobre las íes en Tafalla, demostrando nuevamente por medio del carisma derrochado que, al igual que ocurriera en cuantos proyectos anteriores ha comandado, él es el pegamento que da cohesión al invento: a una formación que dejó claro estar en su mejor momento. No faltarle nada, ni canciones, ni motivación ni ganas. Cuarenta canciones y dos horas y tres cuartos después, ser grandes e imprescindibles, una noche más.