Más de veinte años después se hacía justicia rokera con la vuelta a tierras Egarenses del señor del pañuelo y el bastón, Enrique Villarreal “El Drogas”, cerrando de brillante forma el círculo que quedó en su día abierto con una batalla campal en el campo de fútbol del Terrassa y la posterior encarcelación del organizador del evento. En esta ocasión le acompañaban unos secuaces diferentes a los de aquella ocasión, que le iban acompañando fielmente hace unos años ya en sus hazañas por las poblaciones del Estado que sucumbían al ruido que a las susodichas hacían llegar.
Enrique amenizó la espera con 5 temas con su acústica |
Y con el público ya libre de pecado aparecían en escena Los artistas principales del acto. Que decir que no se haya dicho ya de él, y no estoy hablando en nombre de un entrenador o periodista refiriéndose a Messi o a Cristiano, sino al Drogas, Enrique, del que se han escrito ya tantas crónicas donde se plasma su savoir faire que llenaríamos dos o tres campos de futbol con ellas. Y a esta altura de la película ya nos conocemos todos y por suerte el mamoneo que hubo alrededor se perdió por el camino o se lo llevó el viento dejándolo libre de polvo y paja. Mucho se perdió pero quedó lo importante. El ruido y la actitud arriba y la pasión y un sentimiento abajo que fielmente repitieron cual ritual esos compañeros del viaje del rocanrol del que me dejan ser su escudero y partícipe una vez más.
Un motivo para pasar un buen rato que decía un grande que nos dejó hace poco y que vivía el rock como una forma de vivir la vida.
La conclusión es que el bastón del rocanrol sigue más firme y tieso que nunca y mientras siga así y los bandarras que lo hacen menear con tal semejante arte (Txus, Flako, Brigi), que más de una cabeza se cubra no vaya a ser que lleve un varazo...
Lo que nos llevamos el respetable y yo fueron más que tres horas de auténtico lujo rocanrolero en cuarenta temazos y un CD de regalo brutal con nuevas versiones de En la silla eléctrica, Barrio Conflictivo, Mañana será igual y Matilde Landa.